Y se acaba el verano. Un nuevo verano que se tornó viejo de pronto. otro más en mi vida, igual y distinto a los demás. Siempre me gustó el verano, la playa, los helados, el ceviche. Pero más que todo el sentir las caricias del sol y disfrutar del gratuito espectáculo de su elegante partida cada tarde, para darle paso a la noche, que en el verano es también más bonita. Pero como todo lo bello en la vida, tiene que durar poco. Tiene que morir para darle paso al no tan agradable invierno, lleno de cielos grises, neblinas y chompas abrigadoras que ni caminar me dejan. Pero lo que más extrañaré de este verano es la esperanza que sentia de un reencuentro que al final nunca se dio. Pero sin embargo me resisto a decir adios pues como decía Kahlil Yibran : "si se pronuncia entre dos seres que nunca se encontraron, es una palabra innecesaria. Si se dice entre dos que fueron uno, es una palabra sin sentido. Porque en el mundo real del espíritu, solo hay encuentros y nunca despedidas. Y porque el recuerdo del ser amado crece en el alma con la distancia como el eco en las montañas del crepúsculo."
